En casa hay pocos espejos.
Nunca me gustaron mucho porque no tengo muy claro que es lo que reflejan, si lo que veo en ellos es real o lo que quiero ver.
La mente suele hacernos trampa y cuando nos miramos en ellos descubrimos que no somos quienes parecemos ser, nos transformamos en sombras de doble faz que caminan a la par.
En días soleados, alegres y sonrientes nos vemos seguros, eficaces y perfectos, nuestras arrugas desaparecen como por encanto y nuestros defectos parecen no haber estado nunca allí.
En días nublados, tristes y amargados nos vemos como manchas informes de perfiles borrosos, llenos de cicatrices y marcas que muestran el dolor y el paso del tiempo.
A veces no sé en que espejo me reflejo.
Será por eso que en casa hay pocos espejos.
Lo que sí hay es mucho ser querido en cuya mirada necesito reconocerme.
Refleje lo que refleje.
miércoles, 27 de mayo de 2009
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Gracias Virginia por esta nueva entrega, ya te estabamos extrañando.
ResponderEliminarTus asiduos seguidores anónimos.
Qué interesante, a mi tampoco me gustan los espejos ... y ahora creo que es por el mismo motivo que expresas acá.
ResponderEliminara mi siempre me provocaron rechazo capaz q tenes razon y es por lo que decis.me encanta tu blog
ResponderEliminarelenita
Si, a mi me dan miedo los espejos...
ResponderEliminarMuy interesante Profe!