miércoles, 22 de diciembre de 2010
La verdadera historia de Papá Noel (republicado)
Para todos aquellos que no lo leyeron antes o que tienen ganas de volver a leerlo y contagiarse del maravilloso espíritu de la Navidad...
Hace algunos años mis hijos se preparaban para pasar sus primeras fiestas sin su papá, fallecido en un trágico accidente.
A pesar del enorme dolor de todos ante la pérdida de un ser querido, decidí que la Nochebuena no debía ser un momento de tristeza sino de alegría y celebración de la vida, verdadero espíritu de la Navidad después de todo.
Conseguí un traje de Papá Noel con su bolsa y convencí a un tío mío para que se disfrazara e hiciera el papel de Santa Claus poco después de medianoche.
Compré muchísimos regalos para todos y los envolví prolijamente en papeles brillantes con enormes moños, guardándolos aparatosamente en la bolsa del disfraz y escondiéndola en el placard de mi cuarto.
Llegó el 24 y comimos en familia hasta que un minuto después de brindar me llevé a mis hijos al balcón para darle tiempo a mi tío a cambiarse y tomar la bolsa llena de presentes.
Cinco minutos después de las 12 un sonoro Ho Ho Ho nos hizo ir del balcón al interior del departamento donde un tío de buen corazón sudaba copiosamente bajo el disfraz de paño con 37 grados de calor.
Distribuyó los obsequios, dejó la bolsa en el suelo y se fue por la puerta de calle rumbo al rellano de la escalera para cambiarse rápidamente y volver de forma disimulada a la reunión.
Mientras miraba a mis hijos abrir sus paquetes, automáticamente levanté la bolsa colorada con ribetes blancos que el tío / Papá Noel ficticio dejó olvidada en su corrida. Me sorprendió que parecía tener algo más adentro y metí la mano despreocupadamente en su interior.
Bien en el fondo, mis dedos tocaron algo completamente diferente.
Con enorme sorpresa me encontré con un ramo de margaritas envueltas en papel blanco, como las que cada Navidad el papá de mis hijos acostumbraba regalarme.
Me quedé parada mirando el ramillete, sin poder evitar que las lágrimas rodaran por mis mejillas.
Levanté la vista y miré a mi alrededor sin entender como habían llegado esas flores a la bolsa o quién conocía su significado para mi.
La respuesta a mis preguntas estaba en dos pares de ojos que me miraban fijamente al otro lado del cuarto con una sonrisa.
Sigilosamente, sorteando cajas abiertas, envoltorios y bolsas, mis hijos se acercaron y me dijeron:
- De parte de papá
Recién en ese momento percibí el verdadero significado y belleza de la Navidad.
No era simplemente hacer que todo estuviera en orden, comprar cosas, comer mucho y brindar.
Entendí que papá Noel no necesitaba ponerse traje colorado o andar en trineo para hacer sus regalos.
Comprendí que sencillamente el verdadero Santa Claus está dentro de nosotros mismos.
No hay navidades tristes, sólo personas que no saben entender el milagro de la vida.
Feliz Navidad para todos