domingo, 10 de abril de 2011

Los Tres Dones



Poroto, mi primer sobrino, fue germinando despacito en la panza de su mamá, moviéndose y pateando seguido para dar cuenta de su existencia.
Ayer, a menos de dos meses de asomar su sonrisa al mundo, se mostró completo en una ecografía 4 D.
Nosotros, los parientes ansiosos por conocerlo, nos alborotamos alrededor de un monitor tratando de encontrar parecidos y gestos familiares.
Al llegar a casa y mirar las fotos enviadas por mi hermano a mi casilla de E-Mail, me di cuenta la poca importancia que tienen los rasgos físicos heredados de generación en generación.
No pude dejar de desear que, genética o magia mediante, heredara lo mejor de la familia, los tres grandes dones que tuvieron tres grandes hombres que ya no están:

- La perseverancia de mi padre.

- La bondad del tío Dik, el negro.

- La paciencia del abuelo José.


Apenas pueda estrechar a Poroto entre mis brazos, le diré, entre susurros:

- A tres grandes hombres les hubiera encantado conocerte...


Y quiero creer que, desde algún lugar lejano, los tres grandes dones serán dulcemente concedidos.